10- oct- 06 8:27 a.m – 9:53 a.m

Una noche loca invadida por mi inconsciencia zambullida en un sueño interminable, no me podía despertar…mi alma quería liberarse de mi cuerpo y quedar flotando en este estado irreal. Parecía que de verdad estabas ahí, parecía que nunca iba a despertar, nada me importaba ya si sentía tu cuerpo rozando mi piel, sentía tus labios tocando los míos y tus brazos abrigándome del frío de la incredulidad…
Abrir los ojos era en lo que menos pensaba en ese momento, todo a mi alrededor desapareció en el vacío más profundo, sin miedo, sin reparo, nada importaba…
Tu voz era el aire que necesitaba para seguir con vida en el paraíso de la felicidad plena, el escuchar que me querías me elevaba a otra dimensión, era como sentir la paz plena y saber que nada me hacía falta…

Una realidad distinta, el sol me avisaba que era otro día, la misma rutina, voces familiares, pero no distinguía la tuya a la distancia, sentía mi corazón latir como siempre lo hizo pero embargado por la pesadumbre de saber que había muerto por un momento para encontrarme contigo.
Un día normal, parecía sonámbula aún, no creía todo lo que pudimos decirnos en unas horas, me di cuenta que fue la proyección del deseo más profundo de mi corazón, el afloro de un sentimiento obligado a no existir, un amor obligado a no ser…

Aún no entiendo porqué me aboco demasiado a un imposible a un absurdo, ¡qué obstinada!, tú caminas muy tranquilo y pausado por las calles y yo rezando poder cruzarme contigo y decirte un hola, cruzar una mirada tan sólo un segundo y sentir tu perfume que se desvanece mientras te marchas.
Tu vida tranquila, mi vida en el hilo de un limbo, no pienses nada, no opines nada, una palabra tuya puede matarme, un segundo fatal.
Quedó en mi mente y brillará como un pequeño rayo de sol cuando sienta caer en la oscuridad otra vez, un pequeño rayo de esperanza que podría salvarme de la desesperación.

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