Existiendo sin vida
La luz del día se apagó y la noche cayó sin piedad, los enamorados salen y buscan esconderse en algún rinconcito de cualquier calle para prometerse estar juntos por siempre y sellar el trato con un beso… yo sigo escondida entre algunas flores que hay en el jardín, sollozando de vez en cuando y extrañándote cada vez más, tan sólo fue el primer día sin vernos, pero parecía haber estado en una mazmorra toda una eternidad, tu ausencia me hace mal, me pierde, me debilita.
Regresé en el tiempo hasta el día aquel que me dijiste que me amabas por primera vez, me citaste en aquel escondrijo del bosque que nadie visitaba ya, me cogiste la mano y sentí una corriente que invadía todo mi cuerpo, me sonrojé ¿recuerdas?, me preguntaste el porqué de mi rubor y yo tan inocente te dije una mentira infantil, me sonreíste sin creer lo que acababa de decirte y después de caminar algunos minutos sentimos que alguien lloraba sobre nuestras cabezas: la lluvia empezaba.
Te pedí regresar y tal vez otro día me contabas para qué me habías citado, pero no, dijiste que era algo muy importante que no podía pasar de ese día tenía que saberlo, me agarraste la mano con más fuerza y me guiaste hacia cualquier lugar para no empaparnos y esperar que parase de llover.
Vimos unos árboles que muy convenientes dejaban un sitio entre ellos y podíamos esperar allí, muy bien refugiados… a pesar que eran días de verano, el viento y la lluvia me hicieron temblar un poco, con miedo vi tu intento de abrazarme, como un niño temeroso de contarle la travesura hecha a su madre, me recosté en tu hombre sin querer y con tu mano hacías intentos fallidos de secarme el rostro… te miré fijamente… nunca me había percatado de la dulce mirada que tenías y el brillo aquel que podía hablar sin necesidad que abrieras la boca… - Te amo – Dios mío no pensé escuchar esas palabras de ti nunca, estaba helada, ya no era el frío ni la lluvia, fue el impacto de esas dos palabras de desmoronan a cualquiera, de pronto pensé que había quedado muda, trataba de decirte algo, lo que fuera, simplemente no podía y te besé… era como saborear el mejor manjar del universo, ibas despacio, disfrutándome, con tus dedos apartabas mi cabello y bajaban muy despacio hacía mi espalda dibujándome el cielo y el sol, tiritaba… pero me acercaste hacia tu cuerpo de manera que ambos nos dábamos calor ahora, mis manos alrededor de tu cuello no dejaban que tus labios se apartaran de los míos, parecías un náufrago en tierra nueva tratando de conquistar cada parte que podías y así fue, me tenías sólo para ti… alborotaba tu cabello y cada beso se prolongaba más y más… la timidez venía y desaparecía por momentos, me juraste nunca dejarme y que todos tus besos serían para mi todas las veces que yo quisiera, que tus abrazos serían mejor que cualquier abrigo, que tus palabras serían mejor que cualquier canción, que tu aliento sería mi oxígeno… ahora dependía de ti para vivir, tantas veces que negaba amar así pero tú eras ahora parte de mi.
Con las yemas de mis dedos te acariciaba de manera delicada, como si tuviese en mis manos el cristal más frágil, besé tu mejilla, tu cuello y me dejé caer en tus brazos, recuerdo que susurrabas a mi oído y yo tenía miedo de desfallecer en cualquier segundo por tanta ternura, pensé que no podría aguantar tanto pero te encargaste de mantenerme consciente.
Seguíamos sentados y te recostaste en el tronco de uno de los árboles que eran los únicos testigos de nuestro amor, me acosté en tus piernas y recorrías mi rostro con tus dedos y uno que otro beso para recordarme que todo era real… cogí tu mano sin mirarte y la llevé hacía mi pecho, donde estaba mi corazón a punto de salir, tu hiciste lo mismo y me di cuenta que los dos estábamos en el limbo de la emoción, sonreí y me arrullabas como si fuera un bebé que le había llegado la hora de dormir… amor y si me robo más besos tuyos... ¿estará bien eso?, te fijaste en mi de la manera más tierna y te acercaste a besarme de nuevo y así estuvimos un momento más… pensé que el tiempo se había detenido porque ya no sentía la lluvia caer, pero era que la misma había terminado ya y nos avisaba que debíamos regresar pronto… no quería, necesitaba estar toda la vida así contigo, sin saber de nadie más sin que nadie supiera de nosotros tampoco, perdernos todos los días en lugarcitos así y dormir bajo las estrellas abrigándonos con nuestros cuerpos… te amo, ¡TE AMO!... dijiste que todos los días tendrías que verte en mis ojos y divertirte con mi cabello mientras intercambiemos miradas, que mi perfume sería tu estimulante y en mis besos encontrarías tu mejor refugio y la calma.
Recordé aquel día como si hubiese sido ayer y mis lágrimas parecían la misma lluvia de ese entonces, pero eran gotas amargas que pretendían quitar lo último que quedaba de tu miel en mis labios… hoy fue el primer día sin ti y sólo Dios sabe cuántos más estaré llorándote y amándote hasta que decida reunirme contigo de nuevo, te extraño.
Regresé en el tiempo hasta el día aquel que me dijiste que me amabas por primera vez, me citaste en aquel escondrijo del bosque que nadie visitaba ya, me cogiste la mano y sentí una corriente que invadía todo mi cuerpo, me sonrojé ¿recuerdas?, me preguntaste el porqué de mi rubor y yo tan inocente te dije una mentira infantil, me sonreíste sin creer lo que acababa de decirte y después de caminar algunos minutos sentimos que alguien lloraba sobre nuestras cabezas: la lluvia empezaba.
Te pedí regresar y tal vez otro día me contabas para qué me habías citado, pero no, dijiste que era algo muy importante que no podía pasar de ese día tenía que saberlo, me agarraste la mano con más fuerza y me guiaste hacia cualquier lugar para no empaparnos y esperar que parase de llover.
Vimos unos árboles que muy convenientes dejaban un sitio entre ellos y podíamos esperar allí, muy bien refugiados… a pesar que eran días de verano, el viento y la lluvia me hicieron temblar un poco, con miedo vi tu intento de abrazarme, como un niño temeroso de contarle la travesura hecha a su madre, me recosté en tu hombre sin querer y con tu mano hacías intentos fallidos de secarme el rostro… te miré fijamente… nunca me había percatado de la dulce mirada que tenías y el brillo aquel que podía hablar sin necesidad que abrieras la boca… - Te amo – Dios mío no pensé escuchar esas palabras de ti nunca, estaba helada, ya no era el frío ni la lluvia, fue el impacto de esas dos palabras de desmoronan a cualquiera, de pronto pensé que había quedado muda, trataba de decirte algo, lo que fuera, simplemente no podía y te besé… era como saborear el mejor manjar del universo, ibas despacio, disfrutándome, con tus dedos apartabas mi cabello y bajaban muy despacio hacía mi espalda dibujándome el cielo y el sol, tiritaba… pero me acercaste hacia tu cuerpo de manera que ambos nos dábamos calor ahora, mis manos alrededor de tu cuello no dejaban que tus labios se apartaran de los míos, parecías un náufrago en tierra nueva tratando de conquistar cada parte que podías y así fue, me tenías sólo para ti… alborotaba tu cabello y cada beso se prolongaba más y más… la timidez venía y desaparecía por momentos, me juraste nunca dejarme y que todos tus besos serían para mi todas las veces que yo quisiera, que tus abrazos serían mejor que cualquier abrigo, que tus palabras serían mejor que cualquier canción, que tu aliento sería mi oxígeno… ahora dependía de ti para vivir, tantas veces que negaba amar así pero tú eras ahora parte de mi.
Con las yemas de mis dedos te acariciaba de manera delicada, como si tuviese en mis manos el cristal más frágil, besé tu mejilla, tu cuello y me dejé caer en tus brazos, recuerdo que susurrabas a mi oído y yo tenía miedo de desfallecer en cualquier segundo por tanta ternura, pensé que no podría aguantar tanto pero te encargaste de mantenerme consciente.
Seguíamos sentados y te recostaste en el tronco de uno de los árboles que eran los únicos testigos de nuestro amor, me acosté en tus piernas y recorrías mi rostro con tus dedos y uno que otro beso para recordarme que todo era real… cogí tu mano sin mirarte y la llevé hacía mi pecho, donde estaba mi corazón a punto de salir, tu hiciste lo mismo y me di cuenta que los dos estábamos en el limbo de la emoción, sonreí y me arrullabas como si fuera un bebé que le había llegado la hora de dormir… amor y si me robo más besos tuyos... ¿estará bien eso?, te fijaste en mi de la manera más tierna y te acercaste a besarme de nuevo y así estuvimos un momento más… pensé que el tiempo se había detenido porque ya no sentía la lluvia caer, pero era que la misma había terminado ya y nos avisaba que debíamos regresar pronto… no quería, necesitaba estar toda la vida así contigo, sin saber de nadie más sin que nadie supiera de nosotros tampoco, perdernos todos los días en lugarcitos así y dormir bajo las estrellas abrigándonos con nuestros cuerpos… te amo, ¡TE AMO!... dijiste que todos los días tendrías que verte en mis ojos y divertirte con mi cabello mientras intercambiemos miradas, que mi perfume sería tu estimulante y en mis besos encontrarías tu mejor refugio y la calma.
Recordé aquel día como si hubiese sido ayer y mis lágrimas parecían la misma lluvia de ese entonces, pero eran gotas amargas que pretendían quitar lo último que quedaba de tu miel en mis labios… hoy fue el primer día sin ti y sólo Dios sabe cuántos más estaré llorándote y amándote hasta que decida reunirme contigo de nuevo, te extraño.
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4 comentarios:
muy bueno cybillonga! haces recordar algunos momentos pasados que tuve y me das ánimo para hacer algunas cosillas en el futuro. Por un momento pense: "esto se esta volviendo un poquito pornográfico..." jaja pero suerte que No. :)
Gracias
Me gusta como escribes, te felicito, si deseas puedes ingresar a mi blog...
www.oreyess.blogspot.com
amigaa escribes lindisimooooooooo:D me encanto el 1ero y este de la lluvia. algo similar me paso pero mi historia no tiene un final tan feliz:(
Cudiate me encanto visitar tu blog
Ola wapa me encanto tu poema:)
pasa te x mi blog si eso y asi intercambiaremos pensamientos.
me encanto de veras eres genial.
el mio es:http://bella-lamordeduradeunvampiro.blogspot.com/
benga suerte.
Bella
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