Caminata en reversa



Siempre había escuchado eso de: “recordar es volver a vivir”, pero últimamente he llegado a pensar que algunos recuerdos se encuentran mejor en ese baúl de la memoria donde están bien archivados… tener esa sensación de chocar contra una muralla que te noquea y empiezas a divagar en días, horas, estaciones o lugares que de pronto, se convierten en una pasarela de imágenes veloces cual estrellas fugaces y te arrastran hasta el limbo, un vacío que te deja perplejo y con muchas sensaciones juntas a las que aún no se les inventa un nombre.

He sentido ganas de dejar todo y volver a empezar, otras, de terminar lo empezado e ir sabe Dios dónde… de desaparecer de aquí y aparecer más allá, de buscar razones para no correr o de correr sin razón alguna, de componer una canción en cinco minutos que resuma una vida entera, de mirar el cielo y creer que no está tan lejos como pensaba, de sonreír sin remembranzas que me hicieran llorar luego, he querido salir a caminar por las calles pero sin encontrar una sola alma por las veredas, de pretender que estoy en un sitio donde nadie me conoce y no entienda cuando hable, he tenido ganas de desempolvar mis viejos álbumes de fotos y como quien abre un regalo de cumpleaños, no saber que encontraría…

Me olvidaba de los acordes básicos que aprendí hace unos años, maldito tiempo que me alejaba de aquello que me obsesionó de niña, hace poco me encontré con alguien con quien solía juntarme los fines de semana para jugar cosas muy de niñas, obsesionadas con muñecas que parecían modelos en miniaturas… mientras sonreía de fachada, por dentro me decía ¿Cuándo dejé de tener ocho?... hace semanas volví a cumplir trece años y el buen momento se esfumó cuando regresé a casa y crecí de nuevo… hoy vi el rostro de mi madre y me sorprendió darme cuenta que su semblante no era el mismo de hace diez años… mi padre estaba entusiasmado por celebrar sus cincuenta años y me petrifiqué al dibujar ese número en mi cabeza, temprano me quejaba de volver a clases el lunes y luego hablaba con mamá de mis compañeros del jardín de niños, me asustaba la idea de que pronto me graduaría y que ahora, en lugar de ponerme histérica por profesores complicados, me esperaría un jefe amargado, recordé mi graduación del colegio usando toga y birrete, dando mi discurso delante de mis amigos y profesores y sintiéndome a morir porque mi padre no estuvo para verme por resentimientos que prefiero no detallar, pero con la ilusión de que iría a la graduación de la universidad, sentí un nudo en el pecho con la idea de que podría irme de casa por más tiempo que la primera vez, me acordé de haber saboreado la independencia unos meses y caer en la cuenta que no era tan malo como pensaba, veo la cara de mi hermano y ya no es el pequeño bebé que tenía en mis brazos y al que me gustaba abrazar como un pequeño juguetito que tenía vida, aún agradezco a Dios porque mis cuatro abuelos siguen conmigo y es cierto que los años no pasan en vano, diapositivas de fotos desfilan por el monitor y apenas puedo reconocer mi cara, no puedo evitar tener ese dolor en la garganta cuando tienes ganas de llorar pero lo aguantas…

Si recordar a veces no resulta tan placentero, ¿qué se supone que debo hacer?... sí, sí “mantén tu mente ocupada”, teoría que sólo es válida temporalmente, diría que resulta imposible controlar los pensamientos por más de unas cuantas horas, concentrarme en el presente… bueno eso lo veo un poco absurdo tomando en cuenta que el presente es como un punto en una recta de tiempo… ¿proyectarme?, imagino el futuro pero son conjeturas, nadie sabe qué pasará y prefiero no convertirme en arquitecta y crear un mundo del que no tenga la seguridad que seguirá así cuando esos días lleguen… si es que llegan…

En fin, una que otra vez me gusta subir hasta la estratósfera y dejarme llevar… lejos de voces raras, culpas, reclamos y compromisos que no me dan la gana cumplir, he descubierto el portal a la habitación del silencio y del tiempo ilimitado, este clima ayuda y me ha interesado la experiencia de vivir un año en invierno, me abrigan algunos chistes sin gracia, aromas impregnados, lágrimas profetizas y abrazos que recreo antes de dormir, aún tengo la manta que por ahí un aventurero me regaló en mi último cumpleaños y que pensaba devolvérsela pero hice bien en conservarla al final, aún reposa en mi cama el pequeño oso con la tarjeta enganchada en su oreja, lo miro y me acuerdo de aquellos…

Dije un adiós sin rencor y preferí encapsular un laberinto de palabras y sentimientos donde nadie los pueda encontrar, acabé un pequeño libro al que no le pondré titulo pero que tiene un agradecimiento sincero y lacónico… después de muchos años escuché a un hombre a punto llorar mientras me hablaba y esa situación me sigue pareciendo extraña e incómoda, tengo miedo de no tener hijos y de ver a mis padres envejecer y morir, miedo de volver al empleo de ser adulta pero esta vez por tiempo completo e indefinido, miedo de que las cosas no salgan como yo quiero, de que algún día revise mi lista de “cosas por hacer en mi vida” y hayan cuadros sin marcar, quiero volver a querer y que sea para siempre, bueno un “para siempre” dentro de la temporalidad de mi ser limitado, quiero comprar una casa de campo donde pueda vivir lejos del ruido, escuchando la lluvia golpear las ventanas… aunque no creo que eso ayude con la fobia que le tengo a las tormentas, quiero que mis padres escojan un sitio al que quisieran ir y regalarles el viaje para decirles “gracias por todo lo que hicieron por mi y perdónenme por las rabietas y las lagrimas que les causé”…

Al final creo que todo se trata de un balance mental y el ser estable para manejar la dirección de las memorias conectadas a las emociones, ser consciente que hay cosas que merecen ser olvidadas y otras que de vez en cuando te tocan el hombro y te recuerdan terminar lo que empezaste. Entierra lo que está muerto y desempolva lo que es parte de tu esencia, de situaciones complejas o dolorosas, selecciona lo mejor y úsalo en situaciones de emergencia cuando no haya alguien a tu costado, mira lo malo y agrégalo en tu colección de “cosas que no volveré hacer o decir”. Aún tengo miedo de recordar pero me doy cuenta que lo haré de todas maneras, no estoy segura cuántas risas y llantos me quedan en el almacén, pero me gusta que sea así… qué más da, ya estoy aquí y ojalá no me equivoque en decir que mi viaje recién empieza.

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