Beso al aire





Una brisa que estaba perdida regresó a algún rincón de mi memoria y trajo con ella el suave tacto de unas manos tibias rozando mis mejillas y mis manos, el aliento convertido en palabras suaves a mi oído y la energía de un cuerpo al costado del mío.

Un círculo gigante de color naranja se asomaba a las grandes puertas de vidrio, volvía toda la habitación de su mismo color y la llenaba de tibieza… yo reposaba en caricias y miraba sonrisas que me estremecían.
Una estación de radio no olvidada pero reservada, la estaba desempolvando con cariño… el calendario en la pared reposaba con temor y estaba tachado sin piedad por alguna fecha que se esperaba con ansias inconcebibles…y yo seguía disfrutando de un alma plena.

Los relojes no tenían ningún significado y estaban todos desconectados, el tiempo era relativo y poco importante… aquella mirada estaba sobre mi y perdí toda consciencia de lo que sucedía en aquel momento. A través de la ventana no se podía mirar nada más que el sol ocultándose porque se sentía opacado y avergonzado que no era el centro de nuestro mundo.

Yo sentía la suavidad de la línea dibujada en su espalda y la recorría una y otra vez pensando que me llevaría a algún lugar secreto que no le había conocido aún… mi cabello parecía una cortina que rozaba sus mejillas y le hacían cosquillas, la mirada la tenia fija y perdida… sabrá él y Dios que pasaría por su mente en aquel momento.
Al fondo, había pequeñas luces que parecían luciérnagas flotando, se veían curiosas por cómo se movían o era mi delirio que las cambiaba de lugar. Mientras me perdía en aquel show, un beso tibio y decidido erizó la piel de mi cuello y me despertó de aquel sueño para sumergirme en otro.

La quietud de la noche recién nacida me hizo irrumpir el vaivén de aquella serenidad placentera y sólo salieron dos palabras de mi boca que nunca llegaron a ser cuatro porque mis labios fueron interrumpidos con otros y terminé siendo arrastrada a una caída libre infinita entre roces y cuerpos estremecidos.

El cielo iba poniéndose sus infinitos collares de perlas y perdí la cuenta, mi corazón se detenía suavemente y mi cuerpo seguía atraído a aquel perfume… me aseguré tomándole la mano y le dije: “ve mi amor… llévame a la estrella más lejana”.

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