Éxtasis



La mirada fija, los pies atados y las manos frías... tenía sudor en la frente y la mirada vacía y perdida… no había mucha explicación que dar pero aun no tenía claro que es lo que acababa de hacer y sobretodo el hecho de que fuera posible.

Sin tener mucho en qué pensar en ese momento (más por lo que acababa de acontecer que por tiempo), hizo el esfuerzo de ponerse de pie y esconder el desastre y la vergüenza. -¿Cómo diablos…?- ni siquiera la frase pudo terminar sin sentir un extraño alivio y desenfado.

No fue el mejor de sus años, literalmente el primer día de aquel lo empezó vestido de negro y no tenía nada que ver con alguna moda gótica… lo bueno y malo de esa casa eran sus inmensas paredes de vidrio y esas cortinas de seda que alguien le regaló. – Es como flotar, mejor que cualquier droga…- solo suspiró y por primera vez tomó conciencia de que podía respirar.

No sé que día de la semana era pero se sentía como un domingo o un feriado, no había mucha gente ni tráfico, casi todo estaba cerrado y la primavera descaradamente fría se sentía simplemente delirante.
Dio vueltas por toda la habitación para cerciorarse que nada se le escapa, que todo lucía como siempre pero aún se preguntaba donde estaba ella, sabía lo que eso significaba sin dudas, pero quería un minuto más para darse cuenta que no estaba alucinando y asegurarse que todo estaba finiquitado.

La desesperación se había esfumado, hacía tiempo que no sentía tanta apacibilidad, es más, nunca recordó haberlo sentido… bueno considerando que su existencia había comenzado hace un par de horas eso era tácito…aún seguía sin entender…
Se despojó de esos harapos y decidió mantener la habitación a oscuras, abrió una de las ventanas y dejo que el aire frío le rozara la piel desnuda y le provocara escalofríos y adormecimiento. Tenía ventaja de vivir a varios metros de altura y nadie podía escudriñar por ventanas vecinas.

Suponía que ningún ruido alarmante hubiera sido producido porque nadie se asomó siquiera a tocar la puerta y preguntar si todo estaba bien… a decir verdad, luego de tomar una bata del baño y sentarse en el filo de la ventana mirando el vacío, no recordaba como sucedió todo, era una sensación fresca, nueva, excitante por probar todo y hacer lo que le permitiera su limitada nueva mortalidad…  -“El cielo es el límite...” – murmuraba repetidamente, pero algo le decía que había sobrepasado hasta lo natural…

El gesto divertido y lacónico al mismo tiempo era algo perturbante, un nacer del morir… lo más sórdido y refrescante del que fue espectador y actor, lo normal se convirtió en pura teoría y la evaporización de su sangre carmesí fue el aroma del triunfo contra sí mismo. Después de todo no hay mejor sensación que renacer.

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