Entre notas y voces



Era tan fácil quedar maravillado ante algo tan simple y complejo a la vez, la combinación de matices, sombras, luces, sensaciones, la existencia de algo que no ves pero sabes que está y te rodea, admirar bellezas relativamente inalcanzables, fuera de lo mundano, saber que aún existen cosas puras…
Aparentemente desolado… un rincón de aquel bosque parecía un lugar que nunca había sentido la presencia de una persona, era como si recién hubiese sido diseñado y creado al instante, tan solo a pocos segundos de haberlo encontrado. Era de noche, pasaba de las doce me imaginaba y estar sola era lo que más ansiaba en ese momento … examiné el lugar sin moverme, busqué el farol aquel que emanaba esa luz muy blanca y brillante, no fue difícil encontrarlo: era ella… la vi más grande de lo normal aquella vez, completa, acicalándose a cada minuto, tentando mostrar sus grises y platas, siendo el espejo que reflejaba aquel brillo, tan simple y potente, cómo algo tan hermoso podía causar tanto temor, cómo algo tan lejano podía controlar nuestro ánimo, controlar gran parte de este mundo, hacernos depender de ella… es natural, siempre se teme a lo que no se conoce bien… pero esta vez no, no era miedo… simplemente me rendí y no me cabía que pudiera estar ahí, que existiría un lugar así, que todo fuera tan real…

Bajando la mirada no podía distinguir colores, sombras de los árboles y los bien formados arbustos hacían una ronda de manera que en medio quedaba un espacio considerable, el sitio donde la luz era precisa y podías estar sin ser visto, podías borrar tu existencia tan sólo un momento, tan pronto como empecé a dar unos pasos para familiarizarme con el lugar, pude ver una banca de madera, muy vieja y rústica, se notaba que nadie se había sentado ahí hace mucho tiempo, estaba descuidada, pero bien puesta, el respaldar corto y con bordes de fierro oxidados ya por los años, me senté un momento y mientras descansaba de la emoción, volví en mí misma y me di cuenta que no estaba sola.

A unos pocos metros de donde yo estaba, podía ver la sombra de alguien que había preferido sentarse y descansar en el pasto… la música… pensé que yo la estaba imaginando, pero no, era real, venía de aquel hombre…no quise acercarme mucho para no ser descubierta y no interrumpir lo que oía pero me atreví a dar unos pocos pasos para divisar mejor, un haz de aquella luz golpeaba la espalda de aquel muchacho que parecía también haberse refugiado aquí y estar en su propio universo con esa guitarra que tenía entre sus brazos, escuchaba un arpegio que parecía ser tocado por inercia, parecía que sus dedos estaban desconectados de él, parecía que pensaba la melodía y sus manos la convertían en algo real, imaginé que no se había percatado de la intrusa que estaba robándole un poco de su privacidad pero era imposible no escuchar… me recosté en el pasto mientras él seguía tocando y trataba de contar las estrellas, me acordé que mi abuela me decía que nunca lo hiciera, porque cuando muriese me harían contarlas todas eternamente, esbocé una sonrisa en mis labios y tan sólo miraba como brillaban alternadamente, diferenciando tamaño y uniéndolas buscando alguna forma…

Entonces él terminó aquella pieza con un acorde sol… un acorde simple, bonito, natural como aquel momento.
Al despertar de aquella fantasía me puse de pie y di media vuelta para regresar a la banca aquella a pensar un poco y… sentí algo en el hombro… era aquel muchacho, me dijo que había sentido cuando me acerqué a escucharlo pero no dijo nada porque sabía que disfrutaba tanto de su música como él así que había preferido seguir interpretando, hablamos largo y tendido como viejos amigos del colegio que se rencuentran después de algunos años y deciden ponerse al día de las hazañas de todo el tiempo de no haberse visto, era increíble cómo podíamos parecernos tanto, nos apasionaba lo mismo y hasta me lancé a cantar algunos temitas que nos gustaban, me contó que vivía a unos kilómetros de allí en una casa grande que le dejó su padre antes de morir y siempre que había luna llena venía con su guitarra a tocar en aquel rincón, esperando que el viento llevara la melodía y alguien pudiera escucharlo… teníamos el semblante cansado y creí que era mejor regresar, parecía que estaba por amanecer, le agradecí por la conversación y por dejarme escucharlo, me ofreció acompañarme en el camino de regreso, pero lo convencí de dejarme caminar sola al fin y al cabo sola también llegue a parar allí y podía recordar la ruta, de lo que sí me hizo prometer fue regresar de nuevo a la luna siguiente para seguir hacernos compañía y seguir divagando en pensamientos compartidos… y así fue, cada luna llena se oían arpegios de una guitarra y nuestras voces enredadas en largas pláticas hasta la luz del alba.

Candidez natural


Calles mojadas, música que incitaba y vicios que dejaban inconsciente, metida entre en un gran tumulto no podía diferenciar rostros y escenarios…tan sólo un segundo para vislumbrar algo que me llamara la atención y como seducida por un instinto caminaba sin caer en la cuenta hacia dónde me dirigía, dónde terminaría.

Sinceramente importó poco el destino, me preguntaba qué me atraía y tu rostro fue mi respuesta…durante pocos minutos intenté descifrar cómo llegaste ahí o… ¿era yo la que te seguía?, no interesaba, al fin y al cabo estábamos ahí… ¿era esa la oportunidad que esperé tanto?

Aparentemente lo era, me saludaste con una linda sonrisa y una voz tímida, te correspondí de igual forma, trataba de no caer en tu mirada, era difícil, era cosa de autocontrol, de saber esconderme como siempre lo había hecho… acostumbrada a eso ¿verdad?, tonta descubriste tu realidad cuando menos te lo imaginaste, ¿sigues perdida?... ¡DESPIERTA!, mira… esa no eres tú, no eres parte de él… otra vez la ilusión te reventó en la cara… niña inocente, pero no llores, no… ya no lloro más, nunca más.

¿Por qué insistí?, ¿por qué te buscaba de todas formas?... la noche se volvía alba y seguíamos sin encajar, vete niña, ¡corre!… huir es mi costumbre… mejor dicho lo era, renací aquella madrugada de lluvia y alcohol, supe de inmediato las cosas que ya no valían la pena… y tú estabas entre ellas, ya salió el sol, soy feliz ahora.

Portal infinito



Trato de crear un universo personal, pensar en que no debo pensar, creer en lo sueños, sentir lo que quiera sentir sin someterme al calvario de una lágrima, esperar una mañana perfecta después de la inmensa oscuridad que parece eterna, encontrar sosiego en un abrazo tierno o sentirme engreída con un beso.

Obra de mi imaginación, demasiado hermoso fue el momento que pensé para los dos, pero abro los ojos y no estás más… nunca estuviste, los escrúpulos me abandonan para decirte o no que te amo… pero de qué valen todos esos temores, por qué mantener en el mismo escondrijo el sentimentalismo de las palabras de aquella frase, aunque sentimentalismo estaría mal dicho si es la más pura realidad, la que no me deja dormir, la que no me deja ni pestañear un segundo sin que estés deambulando en mi cabeza, la que me hace tropezar por cada paso que doy…

Una verdadera estupidez si miro todo esto de la manera más fría, una hermosa fantasía si lo miro con el mayor romanticismo… ¿¡qué diablos hago ahora!?, no hay culpable… ¿que mi debilidad emocional estuvo encima de mi raciocinio?, quizás, cautivaste lo que aún no sabía que existía, pero ¿cómo tienes tanto poder sobre mí?, la ironía más grande que ni tú mismo lo sabes, no tienes la menor idea de todo el caos en el que me has convertido, ¡déjame en paz!, pero al mismo tiempo quiero que estés a mi lado de aquella forma incógnita como siempre lo estuviste desde que nos conocimos, con intercambio de miradas tímidas y sonrisas arrancadas… abrázame, siento tu piel, arrúllame, me dejo caer en ti, te amo.

Roces y recuerdos




En el pequeño rincón de la sala, agobiada por el calor sofocante de una noche de verano después de una lluvia, tenía la sensación de volar, de no escuchar, de no ver, sólo desvanecer suavemente y perderme en el aire… las gotas de sudor recorrían mi rostro, la lluvia cesaba pero golpeaba aún en las ventanas… sumida en oscuridad total caminé por la habitación desolada y estrecha hasta la puerta, el leve crujido de las viejas bisagras me abrían paso a la pequeña calle que veía desde que tenía uso de razón… aceras mojadas, sin rastro de gente que prefería estar en casa y yo era la única que veía la soledad animada.


Me ahogaba, el calor ya no era culpable, ¿remordimientos tal vez?, recuerdos, palabras, imágenes que cruzaban por mi mente sin relación alguna… me sentía pequeña, sumisa ante una realidad infinita… ya era de madrugada, me había pasado más de tres horas en la calle y me di cuenta que terminé a cinco cuadras de mi casa sin estar consciente, volví y llegando a mi habitación sólo dejé abierta la ventana al costado de mi cama… aquel olor que dejaba un aguacero, el aire húmedo me anestesiaba y podía ver las primeras estrellas que se descubrían entre las nubes grises, brillaban tímidas… llegaba el sueño… estaba empezando a flotar, podía sentir la suave brisa… me adormecía y al fin pude dormir.

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