Roces y recuerdos




En el pequeño rincón de la sala, agobiada por el calor sofocante de una noche de verano después de una lluvia, tenía la sensación de volar, de no escuchar, de no ver, sólo desvanecer suavemente y perderme en el aire… las gotas de sudor recorrían mi rostro, la lluvia cesaba pero golpeaba aún en las ventanas… sumida en oscuridad total caminé por la habitación desolada y estrecha hasta la puerta, el leve crujido de las viejas bisagras me abrían paso a la pequeña calle que veía desde que tenía uso de razón… aceras mojadas, sin rastro de gente que prefería estar en casa y yo era la única que veía la soledad animada.


Me ahogaba, el calor ya no era culpable, ¿remordimientos tal vez?, recuerdos, palabras, imágenes que cruzaban por mi mente sin relación alguna… me sentía pequeña, sumisa ante una realidad infinita… ya era de madrugada, me había pasado más de tres horas en la calle y me di cuenta que terminé a cinco cuadras de mi casa sin estar consciente, volví y llegando a mi habitación sólo dejé abierta la ventana al costado de mi cama… aquel olor que dejaba un aguacero, el aire húmedo me anestesiaba y podía ver las primeras estrellas que se descubrían entre las nubes grises, brillaban tímidas… llegaba el sueño… estaba empezando a flotar, podía sentir la suave brisa… me adormecía y al fin pude dormir.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno chinita, segui asi

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