Tedio

Sentada en el mismo escritorio de todos los días, afuera no se veía más que neblina y el reloj terminaba por colmar mi paciencia por su parsimonia al avanzar.
El pecho se sentía como un pedazo de papel muy frágil a punto de romperse en cualquier segundo por los tumbos que provocaba la impaciencia y el miedo a perder el todo.

Sentía que mi ser estaba en otra dimensión muy, muy alejada... Si pudiera, volvería a darle el beso más largo y tierno... como aquellos que solía darle en los últimos días... aquellos que siempre se quedaban impresos en sus labios y su corazón... yo no me he ido de tu lado.

Tenía millones de sombras y diablos volando en mi mente, parecían festejar una muerte pronta, ya anunciada. Varias tazas de té caliente para apaciguar el frío intenso que hacía aquí y para calmar los miedos y la ansiedad no servían ya de nada... punzadas extremas en la cabeza y un líquido frío que bajaba desde la nuca por toda mi espalda... Dios no permitas que sea cierto.

Se oían susurros entre aquellas paredes, voces que no dejaban de gritar, carcajadas oscuras... ya todo iba a desaparecer, un solo dolor, un solo tirón... quedaría alguna cicatriz? 

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