La nota perdida


A unas 50 horas aproximadamente de escribir “fin” al tercer volumen de un gran libro, hace mucho que no ponía sobre la mesa pensamientos y sentimientos, me siento abstracta… en blanco y negro pero con un fondo de colores.
Sigo queriendo todo y teniendo casi nada, haciendo nada y esperando mucho, sintiendo mucho y dando poco, puede ser el volumen más intenso vivido y escrito hasta ahora, con cosas censuradas que pudieron ser develadas y asuntos que no debieron salir de mi mente, pero que pocas personas saben ahora… se siente bien llorar y delirar, pero quizá será la última vez que pueda tener el tiempo de penar y divagar… llegará el final absoluto.

Salir de la ceguera puede ser un alivio o frustrar un poco más… personalmente me gustaba vivir en un cierto nivel de oscuridad y disfrutar de la poca inocencia que iluminaba el cuarto, pero de ésta va quedando poco y nada. Tengo miedo… aún no quiero saltar. Intento avanzar, a duras penas claro, creo que de adulta estoy recién aprendiendo a caminar, las cuerdas están sueltas y sólo es el mundo y yo… ¿con o en contra de?, no lo sé, no encontré el manual de supervivencia.

He pasado al siguiente vagón del tren, se siente incierto, más espacioso que el anterior, un poco liberal pero peligroso. Sólo hay un asiento… el mío, ningún espectador. En las paredes hay retratos… a medida que avanzo me doy cuenta que van quedando en blanco y sin etiqueta y puedo divisar el más grande al final, pero sigo perdida.
Va avanzando un poco más rápido, se siente frío pero creo que iré ambientándolo a medida que me acostumbre… ¿se supone que debe ser así?

La coraza se ha endurecido más, ya no puedo forzarme a sentir algo determinado, por más que lo sienta, pareciera que soy de piedra… ¿es esto parte del proceso?, el vértigo aún no se va, voy tambaleando de vez en cuando, siento un nudo en la garganta y me tiemblan las manos. El cerebro no me deja hacer cosas y me congelo de cierto modo que me siento impotente y ridícula.

¿Será lo mismo mañana?, cada minuto cuenta a partir de ahora, la distancia se acorta y los atajos abundarán, ¿derecha, centro o izquierda?... y yo sigo meciéndome sobre la silla, cierro los ojos y vuelvo a sentirme mareada. Prefiero pensar que todo volverá a la normalidad cuando amanezca, la luna sigue siendo la misma a pesar que tiene una vida entera girando y en cuestión de minutos yo he cambiado y me he convertido en no sé qué. No volverá la infancia perdida y sigo en mi dilema existencial, sigo parada en un punto que va desvaneciéndose, espero encontrar lo que he ido buscando… sé que el día marcado en el calendario llegará.

Seguidores

Datos personales

Con la tecnología de Blogger.