Viendo tras los barrotes de aquella grande ventana, que dejaba al descubierto todas las escenas q uno podía imaginar, tras aquellas lunas que impedían el paso del aroma de las flores del jardín.
Pude ver aquel gran diamante plateado que me hipnotizaba, me atraía con su luz inventada y me invitaba a volar dejando todo aquello que me ataba aquí.
Pudiendo imaginar tantos universos diferentes, tantos paraísos, tantas formas de amar, pudiendo imaginar sobrevivir un día sin tu recuerdo.

Cerrando mis ojos y dejándome llevar por el suave sonido de un saxo, sintiendo un aire frío recorrer mi cuello puedo ver mi alma desprendiéndose y abriéndose paso en medio de la multitud de pequeñas estrellas que estorbaban su ágil caminata.
Cómo pude ser esclava de tantas cosas insensatas, cómo pude inventar tantas sonrisas por tu causa, si sólo me arrancaste lágrimas y rabia.

Las suaves notas acarician mis oídos, estoy anonadada. Quiero ese paraíso, conocer la alegría que puede ser tocada, beber de esa eterna fuente de paz y pretender no haber conocido jamás el purgatorio.
Temiendo antes a la muerte y ahora sintiendo que sólo es el inicio de mi vida, tocándola y hablando con ella es más dulce de lo que parece.

Con temor de caer en un mundo de espinas, siento el poder de escapar entre mis dedos, disfrutando un mar que no te ahoga y calentándome con un sol casero, me apoyo en esta ventana que me dejó ver más allá que estas calles vacías y las luces cálidas y desgastadas de los faroles.

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